Gracias al microblogging que ha venido haciendo una amiga desde su perfil de Facebook, me enteré de esta nota publicada el pasado sábado 28 de marzo por la revista Semana en su edición digital.
"Recesión a la vista" "A principios de este mes, el ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, visitó en Nueva York a varios inversionistas internacionales y agencias calificadoras de riesgo. En su charla, les ratificó que el gobierno colombiano esperaba un crecimiento del PIB del 3 por ciento para 2009 y pensaba que el año pasado terminaría en un 3,5 por ciento. Habló claro y parecía muy convencido de lo que decía.
Por supuesto, en el corazón de Wall Street nadie le creyó. Parecía poco convincente para los curtidos analistas y banqueros que han tenido que soportar en carne propia la hecatombe financiera y económica que ha sacudido el planeta. Si el mundo ardía en llamas, ¿cómo podría Colombia salir ilesa de semejante incendio? No obstante, así lo sostenía el Ministro, quien en noviembre en Cartagena había dicho que la economía colombiana estaba blindada y no veía la posibilidad de una recesión.
Tal vez ese convencimiento de que Colombia era una excepción explica las caras largas y de perplejidad que lucían los ministros del área económica en el recinto de Corferias de Bogotá el pasado jueves, luego de conocerse las cifras del desempeño económico. El oasis que veía el gobierno no fue sino un espejismo.
El ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, su colega de Comercio, Luis Guillermo Plata, y la directora de Planeación Nacional, Carolina Rentería, confesaron que el gobierno no esperaba las pésimas cifras sobre el Producto Interno Bruto (PIB) en 2008, reveladas por el Dane. Que no se imaginaban que la economía pudiera crecer sólo un 2,5 por ciento en 2008, y menos aún que el último trimestre del año pasado se tuviera un decrecimiento de 0,7 por ciento.
La propia directora de Planeación Nacional confesó que les causó sorpresa el bajón de la construcción, la caída en las obras civiles, la lenta ejecución de los gobiernos locales, el descenso del sector agropecuario, el desplome del café y la parálisis en la inversión.
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Dentro de la lógica de un gobierno se entiende que el optimismo es una herramienta esencial para construir confianza en la sociedad, sobre todo en temas económicos donde las expectativas y las percepciones juegan un papel importante. No hay duda de que el Ministro de Hacienda debe ser un portador de ilusiones.
Pero una cosa es la retórica del optimismo y otra la obligación de tomar las medidas necesarias para anticiparse a una crisis que se veía venir a lo lejos. Para algunos analistas, como Hommes, el exceso de confianza raya con la irresponsabilidad. (negrita fuera de texto)
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Pero hace una semana, el gobierno comenzó a sentir pasos de animal grande. Las cifras que llegaron a la Casa de Nariño sobre el desempeño de la economía de este año eran tan contundentes que el sueño de la excepcionalidad de Colombia se convirtió en pesadilla.
Los datos que más angustiaron al presidente Uribe fueron la caída en la producción industrial en enero, de 10,7 por ciento, una cifra que no se recuerda desde la crisis de 1999; el comercio cayó en ese mismo mes 4,5 por ciento; las remesas, un rubro esencial en la economía, han caído 13 por ciento y las exportaciones 7 por ciento hasta marzo. Y como si fuera poco, por el invierno, el café se derrumbó en un 25 por ciento en el último trimestre de 2008. Esto, por supuesto, incrementó el desempleo.
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En medio de este desconcierto, ya empezó la cacería de culpables. El gobierno les echó el agua sucia a los mandatarios locales por haber frenado el gasto público en el último trimestre del año pasado, los empresarios acusaron al Banco de la República por no haber bajado las tasas de interés a tiempo, y los economistas y analistas al gobierno por no haber actuado de inmediato cuando la crisis se veía venir a pasos agigantados.
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Pero para muchos analistas, el gobierno tiene una gran responsabilidad. Creen que si bien la carta de la inversión pública es importante, no puede ser la única. Como en el resto del mundo, hay que utilizar otras herramientas. El gobierno debería explorar o intentar otros mecanismos como bajar el IVA, la gasolina y recortar, en algo, los estímulos tributarios que ha entregado, para darles más espacio a los consumidores para que gasten. Necesita del concurso de un Congreso, que gracias al mismo gobierno, anda dedicado a la dosis personal, a la reelección de alcaldes y al referendo; cosas menores dada la dimensión de la crisis económica mundial, la peor en 80 años. Equivale a los sabios de Bizancio discutiendo sobre el sexo de los ángeles ante el acoso de los turcos".
Quienes quieran leer la nota completa pueden acceder a ella siguiendo este enlace.
Aunque puedo tener varias cosas por decir, me quedo solamente con una: desde hace ya mucho tiempo se viene hablando en el mundo sobre la manera en que la situación económica actual habrá de afectar la continuidad o la integración de la Responsabilidad Social a las políticas y modelos de gestión de las empresas. Tal vez algo tarde le ha llegado la hora a Colombia de iniciar su propio debate, es lo que pasa cuando se compran blindajes bambas.
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