16 febrero 2009

Offtopic: un post para olvidar

Anoche, tratando de sacarle el cuerpo a unos comerciales mientras veía el resumen de la segunda fecha del torneo clausura del fútbol argentino por televisión, me di de sopetón con la transmisión en vivo desde Venezuela de CNN en Español, o mejor dicho y para ser más exacto, me di de sopetón con Hugo Chávez.

Desde uno de los balcones del Palacio de Miraflores, el presidente venezolano celebraba frente a lo que parecía una gran multitud, la aprobación de la reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida en Venezuela. Bah, seamos honestos, que le permite al propio Chávez la posibilidad de ser reelegido indefinidamente. Hecho que ayer mismo Chávez, y hoy no pocos políticos de la región, calificaron como un triufo de la democracía en América Latina.

Creánme que hice un gran esfuerzo para no escribir al respecto. Me repetí una y otra vez que esto no tenía nada que ver con el blog, pero entre más lo hacía, más se revolcaba mi lengua como una mojarra recién pescada de entre las aguas del Magdalena. Así que heme aquí, sudando las últimas de un calurosísimo verano en Argentina tratando de escribir la grave sensación que me produjeron tales manifestaciones.

No es mi intención juzgar las decisiones del pueblo venezolano, no soy quién para hacerlo. Tampoco quiero referirme a la ideología del presidente Chávez, ni a su proyecto de gobierno. No, todo cuanto me trae a estas líneas es un profundo sentimiento de desasosiego por lo que algunos -como lo dije un poco más atrás- han dado en llamar como un triunfo de la Democracia.

El sólo hecho de que una reforma constitucional sea aprobada por poco más de la mitad de las dos terceras partes del censo electoral de una nación (según datos oficiales el abstencionismo fue superior al 30%), me deja ya bastante que desear, pero al fin y al cabo es un asunto meramente formal sobre el que no quiero ahondar. Ahora, que esa misma reforma se haga con nombre propio, eso si me conmueve, y bastante. Porque... ¿Quién habrá de atreverse a negar que esta reforma no fue concebida con la única intención de que sea Hugo Chávez quien se mantenga como presidente de los venezolanos hasta parecer una uva pasa?, en serio ¿Quién?

Pero me entristece más todavía que se califique como una victoria de la democracia la incapacidad declarada de una nación para regir su propio destino. Y no, no es algo personal contra Hugo Chávez, en este punto, el nombre es lo que menos me importa. Lo que han hecho los venezolanos ayer en las urnas es aceptar manifiestamente que no confían políticamente en sí mismos. Si no es Chávez, nadie más puede, ese es el mensaje que deja la reforma aprobada: no hay proyecto de nación, no hay nada, sólo la idea de un todopoderoso gobernante sin el cual Venezuela poco más y dejaría de serlo. Se me ocurren pocas cosas menos democráticas que esta.

Lo peor de todo es que el caso de Venezuela parece ser apenas la punta del Iceberg, pues no son pocos los países de Latinoamérica en que, sin importar la ideología profesada, los gobernantes de turno se valen de sus cohortes para modificar constituciones a su antojo. Colombia es un claro ejemplo de ello.

He dicho ya bastante y a la larga no he dicho nada. No me importa. Ojalá pudiera hacer de este post una bolita de papel para jugar a ser basquetbolista con el cesto de la basura, pues tan mediocre muestra de destreza quizá pudiera ayudarme a olvidar esta poco grata sensación de desasosiego. Lo bueno: el pez en mi boca se ha quedado quieto, ahora es definitivamente un pescado.


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Notas:

§ La imagen del post la tomé de aquí. Si usted es el autor o autora de la misma, por favor hágamelo saber, y si quiere que la retire, pues también.

1 comentario:

  1. A mí me gustó. Abajo la psicorrigidez... Por lo menos, a mí no me interesa olvidar esta opinión.

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